Los seres humanos tenemos el gran don de razonar nuestras acciones y percibir las consecuencias que de ellas se generan.
A veces nos olvidamos de esa premisa fundamental de nuestra existencia, y sus resultados son únicamente medibles en función de a cuantos otros seres humanos estamos perjudicando.
Solo falta detenerse unos segundos y repensar lo que se esta haciendo, para darnos cuenta de mejores formas de llevarlo a cabo, o a veces quizás un “empujoncito” de manos ajenas nos hace caer en cuenta.
Repensemos las acciones que llevamos a cabo a diario, o seamos ese “empujoncito” educado y pertinente que hace caer en cuenta a otros de sus acciones.
Ojalá todos razonáramos esto… y las playas de Rio Chico no estarían así…
A veces nos olvidamos de esa premisa fundamental de nuestra existencia, y sus resultados son únicamente medibles en función de a cuantos otros seres humanos estamos perjudicando.
Solo falta detenerse unos segundos y repensar lo que se esta haciendo, para darnos cuenta de mejores formas de llevarlo a cabo, o a veces quizás un “empujoncito” de manos ajenas nos hace caer en cuenta.
Repensemos las acciones que llevamos a cabo a diario, o seamos ese “empujoncito” educado y pertinente que hace caer en cuenta a otros de sus acciones.
Ojalá todos razonáramos esto… y las playas de Rio Chico no estarían así…